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    Cultura y Sociedad

    Razones para dejar de gritar a los hijos

    Poradmin

    Feb 27, 2024

    La mayoría de los padres piensan que deberían dejar de gritar a sus hijos, pero luego, se sorprenden recurriendo una y otra vez al grito, los hijos no obedecen al repetirle la misma orden se la gritamos.

    El grito llama la atención en un primer momento, pero a la larga dejará de tener efecto. Cuando los hijos te ven molesto y enfadado en ese momento obedecen, este hábito se debe hacer desaparecer y generar uno saludable.

    Gritar entrena a nuestros hijos a no escuchar hasta que se les levanta la voz, cuanto más se usa más se entrenan y más nos costará que obedezcan sin necesidad de gritar.

    Dejar de gritar no es fácil, porque supone tener un gran autocontrol sobre las emociones, sobre todo de la ira y la rabia que nos genera ver la desobediencia diaria en nuestros hijos.

    Gritar convierte a los niños en sordos

    Cualquier explicación o aprendizaje que se les quiera dar con el grito es inútil, porque los oídos de los niños se cierran después de oírlo, después de una interacción negativa nadie está dispuesto a escuchar con verdadera atención.

    Con ganas de aprender y mejorar, esto solo se consigue con interacciones positivas, si quieres hacer mejores a tus hijos, no se consigue nada a gritos. El grito es una respuesta de agresividad, no de asertividad, que provoca en el que escucha una respuesta similar.

    Gritar no ayuda a gestionar las emociones

    Los padres son ejemplo de comportamiento de nuestros hijos, cuando se pierde el control y gritamos, lo que se enseña es a gestionar la ira y la rabia con agresividad, conseguir un adolescente lleno de rabia que grita y pierde el control durante la explosión de emociones que se tienen durante esa etapa.

    Si no se ayuda a los hijos a gestionarlo de otra forma, con autocontrol, con calma, hablando de las emociones en casa, ellos aprenderán a dar respuestas adecuadas a la ira y la rabia.

    Gritar asusta a nuestros hijos

    Muchos sienten miedo al principio y después rabia e impotencia, la intención cuando se grita es que obedezcan, que aprendan que hagan lo correcto, que respeten a los padres. Con la actitud de los padres no se consigue lo que se quiere, el respeto se gana.

    La obediencia se gana con paciencia, los aprendizajes requieren de un tiempo y un esfuerzo, que hagan lo correcto depende en gran medida del propio comportamiento.

    Gritar la aleja

    Cada vez que se les grita a los hijos se coloca una piedra de un muro que los separa, se pierde autoridad positiva, se pierde respeto, si pierde comunicación, se gana distancia, frialdad, se gana más gritos y malestar emocional.

    A más gritos, menos autoestima

    Educar a gritos tiene un efecto nefasto sobre la autoestima de los hijos, lejos de sentir que se está orgulloso de sus logros y sus esfuerzos, estos nunca están a la altura, hagan lo que hagan, siempre aparecen los gritos y borran cualquier sentimiento de haber hecho algo bien.

    Los gritos tienen tanta fuerza que pueden borrar los elogios que le haya podido hacer a lo largo del día, el hijo solo recordará el grito y lo que ha hecho mal, por eso, aumenta la sensación de no hacer nunca nada bien.

     

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